El café de la memoria, una oportunidad de reconciliación desde la construcción de paz.
Durante dos años, la Corporación Vida Justicia y Paz acompañó en Puertoberrío El Café de la Memoria, como respuesta a la necesidad de fortalecer los procesos regionales mediante la construcción de paz territorial, propia de un proceso de perdón y reconciliación.
Fruto de una iniciativa territorial que nace de las necesidades de una comunidad que en su afán de darle vida a la memoria colectiva, a la reparación integral y a la reconciliación, desde 2015 diversas organizaciones del municipio de Puerto Berrío propusieron e implementaron el Café de la Memoria, una iniciativa que se fortaleció y se sostuvo con el acompañamiento de instituciones del Magdalena Medio y la generadora de energía Isagén; en los últimos dos años, la Corporación Vida Justicia y Paz se vinculó con esta iniciativa, brindando un acompañamiento que tomó protagonismo también en la significativa experiencia de construcción e integración territorial. Sumando esta experiencia a las ya realizadas en el Oriente antioqueño.
Debido a la relevancia social que implica este espacio para víctimas y victimarios, ha sido respaldado por entes gubernamentales, y ha sido proyectado como experiencia significativa ante regiones ajenas al contexto del magdalena medio. “La idea del proceso nuestro es atender líneas estratégicas que permitan afrontar espacios diferentes de construcción de memoria, estos procesos se deben basar en habilidades para la vida, que permitan atacar estos obstáculos mediante la construcción de acciones de grupo” manifiesta Andrés Badillo, quien ha acompañado la experiencia del Café de la Memoria desde el Centro de estudios regionales del Magdalena Medio. Por su parte, Sandra Lucía Espinal coordinadora de la Corporación Vida Justicia y Paz complementa esta intención reconociendo que de acuerdo a las necesidades encontradas, “se ofreció formación en diversos temas que respondieron satisfactoriamente y facilitaron la fluidez de la metodología propuesta”.
El Café de la Memoria fue en este caso la puesta en escena de las destrezas de la corporación, y fue la oportunidad también para que quienes participaron como protagonistas de esta experiencia de reconciliación en el Magdalena Medio, desarrollaran o recuperaran habilidades sociales que arbitrariamente les arrebató el conflicto armado. “Lo que nosotros queremos darle a entender a la comunidad fuera y dentro de la región, es que las personas también necesitan sanar sus adentros, y que nosotros con esto como personas merecemos volver a sonreír, y que a pesar de que siga habiendo violencia, pueda yo generar confianza en otras personas y ayudarles con estos procesos y con todo lo que hemos vivido en el Café de la Memoria”, reflexiona Fabiola Muñoz, una de las abanderadas en la región, por ser un actor activo en la sostenibilidad del proceso. En este sentido, el acompañamiento profesional que desde la corporación se brindó a este escenario, posibilitó un diálogo de saberes que complementado con el empirismo y el deseo de superar las secuelas de la guerra, sirvió como plataforma para que ambas partes fortalecieran sus experiencias particulares. Los participantes del comité impulsor del Café de la Memoria reconocieron en la Corporación Vida Justicia y Paz un aliado estratégico, del cual se desprende un aprendizaje valioso, digno de ser replicado cuantas veces sea necesario en la región; de tal suerte que como un acto de responsabilidad, pero sobre todo de agradecimiento con la misma, han empezado a intervenir en contextos cercanos tales como colegios o pequeños grupos poblacionales, en los que se pueda despertar consciencia en relación con la necesidad de otorgarle valor a las manifestaciones de reconstrucción de memoria, venida desde la población, y en beneficio de ella. “Ya nosotros somos capaces de enfrentarnos a un colegio, a una comunidad, para explicarles todo lo que hemos pasado en la región desde el 1986 hasta el 2007, porque aquí nos han dado la oportunidad de que esos talleres los lideremos nosotros mismos. Todo lo que aquí aprendemos, nos lo llevamos y todos los días lo impulsamos y lo fortalecemos con nuestras propias comunidades” así lo reconoce Víctor Valencia, representante de la población discapacitada en Puerto Berrío.
El último encuentro que como protagonistas tuvo a la Corporación Vida Justicia y Paz y al comité impulsor del Café de la Memoria, fue la ocasión para que el personal promotor de esta estrategia recibiera una certificación que pudiera dar cuenta de que en adelante tendrán la capacidad de replicar y construir paz y reconciliación en cuanto escenario les sea posible.
Esta experiencia, se suma a las que anteriormente ha tenido la oportunidad de acompañar y protagonizar la corporación en el Oriente antioqueño; experiencias que se han puesto en diálogo con saberes ajenos a la jurisdicción de la diócesis; escenarios distintos, pero en última instancia, con un fin idéntico, la construcción de paz territorial.